La toxina botulínica es una molécula que existe en la naturaleza y es producida por un tipo de bacteria: Clostridium botulinum. Esta bacteria puede causar botulismo, que se caracteriza por parálisis muscular.
Tras estudiar las propiedades de esta molécula y su modo de acción, los expertos creen que puede utilizarse para regular la capacidad de contracción de determinados músculos. Como resultado, se obtendrán beneficios médicos, y esta molécula se sintetizará en el laboratorio a partir de aquí.
La toxina botulínica se utiliza en el campo de la medicina estética para evitar que determinados músculos se contraigan, previniendo o minimizando su capacidad de ejercicio. De esta forma, también puede regular el movimiento de la piel y prevenir la formación de líneas de expresión ».
El Botox se utiliza principalmente para tratar las líneas de expresión del tercio superior del rostro: “frente, ceño fruncido y patas de gallo. Es a partir del tercer o cuarto día desde su aplicación cuando el bótox empieza a hacer efecto.
¿Cómo actúa el botox en el paciente?
En primer lugar, para comprender el efecto del Botox en los pacientes, debemos identificar dos arrugas:
Estático: causado por la flacidez de los tejidos y la pérdida de colágeno. La mímica facial afectará sus cambios, pero no los hará menos obvios.
Cinética: son el resultado de movimientos repetitivos. La mímica facial los hace más o menos visibles, por lo que si las expresiones faciales son relajadas, son menos obvias.
El efecto de la toxina botulínica depende de la cinética. Si paralizamos más o menos la actividad de determinados músculos, también limitaremos la mímica facial repetitiva y la formación y reconocimiento de arrugas dinámicas o “expresivas”.
Si el Botox se usa correctamente, los pacientes pueden continuar expresándose de forma natural, pero no tan fuerte y compulsivamente, previniendo así las arrugas de la piel.
El bótox hará que las arrugas de expresión no vayan a más y se suavicen poco a poco, ya que el paciente tendrá una expresión más relajada.
Conoce la historia del botox
Hasta hace algunos años, las únicas propiedades que se conocían de la toxina botulínica eran los aspectos negativos que se asociaban con la enfermedad del botulismo.
Sin embargo, en los años 70 se descubrieron propiedades para ayudar en los casos de estrabismo u ojo vago. A partir de ese momento, su uso en la medicina moderna ha ido en aumento. De hecho, a partir del año 2002 su uso se empezó a extender en medicina estética.
Pese a que el nombre de botox surge de la primera marca que comercializa esta toxina para fines estéticos, la popularidad que ha tenido ha hecho que el nombre se use de forma habitual, aunque continúa siendo una marca registrada.
Aplicaciones del botox
Actualmente, la toxina botulínica se utiliza comúnmente en diferentes aplicaciones médicas, principalmente para el tratamiento del estrabismo, distonía, blefaroespasmo (contracción intermitente e involuntaria de los músculos oculares), dolor vertebral, migraña, hiperhidrosis o paraplejía Incontinencia urinaria.
En cuanto a la medicina estética, su aplicación más famosa es la eliminación de las arrugas faciales, porque es el método de tratamiento más ventajoso: no requiere cirugía, se puede utilizar en cualquier momento, es indoloro, el efecto es inmediato y muy raro. Una vez que tenga un efecto adverso. Suele aplicarse entre las cejas, la frente, alrededor de la boca, los lados de los ojos y en el cuello. Algunos estudios también han intentado demostrar que la inyección de Botox puede ayudar a combatir la depresión. Sin embargo, no hay suficiente evidencia científica para esta aplicación.
Los efectos del botox no son permanentes, por lo que si una persona desea mantener sus efectos deberá someterse a su aplicación en repetidas ocasiones. La duración media de un tratamiento dura entre 4 y 6 meses (aunque en algunos pacientes sólo dura dos meses). Una vez transcurrido este tiempo, las personas que deseen continuar con el tratamiento deben esperar otros tres meses para volver a aplicar la terapia.
Efectos que debes tomar en cuenta
Si no lo hace un profesional, el uso de Botox con fines cosméticos puede tener efectos negativos. Los expertos no recomiendan los implantes de Botox debajo del cuello, ni para personas menores de 20 o mayores de 65. Las mujeres embarazadas y las personas alérgicas a los complejos de neurotoxinas o sus excipientes no deben recibir este tratamiento.
Además, también puede provocar dolor de cabeza, náuseas, inflamación o parálisis facial. Si se usan otras drogas, pueden interferir con sus efectos. De una manera muy inusual, pueden ocurrir problemas para hablar, tragar o respirar.
Su uso también está relacionado con posibles cejas y párpados caídos. En estos casos, las personas con estas enfermedades suelen sentirse pesadas. Este efecto secundario no es común y generalmente se resuelve espontáneamente dentro de las tres semanas posteriores al inicio del tratamiento.
Por otro lado, es importante que antes de comenzar un tratamiento con botox, el usuario se asegure de que la toxina cumple las garantías de seguridad. En España existen cuatro marcas que han sido autorizados por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios para evitar este tipo de problemas.